Hace un par de días nos encontramos esta noticia en prensa: Portland Valderrivas acaba de entregar unos maravillosos regalos a dos niñas del Colegio Ángeles Martín Mateo, de la Barriada la Liebre.
Según el artículo, “El objetivo principal de esta iniciativa es seguir estrechando vínculos entre la fábrica y su entorno y poner de manifiesto que es posible una convivencia real y valiosa entre la industria alcalareña y sus vecinos”
Y para estrechar estos vínculos, en lugar de evitar que el Colegio Ángeles Martín Mateo se cubra de clinker tóxico de cemento y no hacer nada para evitarlo. En lugar de cumplir con la normativa de emisiones de la Unión Europea y durante casi 3 años emitir contaminantes por encima de los valores límite permitidos por dicha normativa y sin recibir ni siquiera una multa por ello, han decidido maquillar la realidad organizando un concurso de pintura entre los escolares de Alcalá, cuyo tema ha sido “la repercusión o impacto de la industria en la vida cotidiana de los escolares”
De los 9.000 alumnos de Alcalá, sólo han participado una veintena de niños. De estos veinte dibujos, por supuesto y como no podía ser de otra manera, las ganadoras pertenecen al colegio que sufre cada día más que nadie su falta de respeto por la vida cotidiana y la salud de dichos escolares y de la ciudadanía de toda la comarca.
En lugar de intentar comprar voluntades y tratar de lavar su conciencia con unas mochilas y unos libros, Portland Valderrivas debería molestarse en cumplir con las leyes y sobre todo preocuparse no sólo por sus beneficios, sino por la salud de los ciudadanos que viven en su entorno.
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